Los principales indicadores del sector agroalimentario, en la senda positiva
El informe ‘Indicadores de Sostenibilidad en el Sector Agroalimentario’, elaborado por investigadores de CEIGRAM, se actualiza con datos de 2024 y muestra, con respecto al presentado en 2022, una buena evolución en gran parte de los datos analizados.
26-03-25
La Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas (ETSIAAB) ha celebrado la jornada de presentación del informe correspondiente a 2024 de ‘Indicadores de Sostenibilidad en el Sector Agroalimentario’. Este estudio, elaborado por un grupo de investigadores del Centro de Estudios e Investigación para la Gestión de Riesgos Agrarios y Medioambientales (CEIGRAM) en colaboración con Cajamar, es una actualización de la primera entrega que se presentó en 2022 y que realizaba un seguimiento de la sostenibilidad en toda la cadena de valor de la producción agroalimentaria española.
La presentación de la jornada ha corrido a cargo del director de la ETSIAAB, José Manuel Palacios, que ha señalado la idoneidad de un estudio “muy completo”; y de Eduardo Baamonde, presidente de Cajamar, que ha incidido en la importancia de reforzar la “transferencia del conocimiento” para medir la sostenibilidad en el sector agroalimentario, ya que, en su opinión, “lo que no se mide, no se puede mejorar”.
Este exhaustivo informe pasa a analizar 90 indicadores -de los 60 de la pasada edición- del sector agrario y alimentario, y pretende tener un carácter periódico para seguir cumpliendo un doble objetivo: llevar a cabo un minucioso análisis cuantitativo de importantes parámetros y comparar la situación del sector agroalimentario español con el del resto de países de la Unión Europea.
Coordinado por la catedrática del departamento de Economía Agraria, Estadística y Gestión de Empresas de la ETSIAAB y directora del CEIGRAM, Isabel Bardají, el informe analiza tres tipos de indicadores (económicos, sociales y medioambientales) que abarcan las tres dimensiones de la sostenibilidad y que, en general, muestran una evolución positiva. Es el caso de la balanza comercial (que mide la relación entre las importaciones y las exportaciones del sector) y que desprende un saldo positivo, a diferencia de la Unión Europea cuyo balance es negativo. Además, en este último periodo, se percibe un aumento de la productividad y de los precios percibidos por los productores.
Isabel Bardají
Otro aspecto positivo llega desde el empleo, que crece especialmente en la industria alimentaria y donde, a pesar del largo camino aún por recorrer, ha mejorado el empleo femenino y se ha reducido la brecha salarial. Asimismo, se muestra una destacada presencia de la mano de obra extranjera en la agricultura española -una cuarta parte del total de los trabajadores- que funciona como “elemento dinamizador”.
Además, se percibe un cambio en el uso del suelo con una mayor extensión de prácticas sostenibles, superficie de agricultura ecológica y uso del regadío, especialmente en olivar, viñedo y olivares. También han descendido las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y el uso de fitosanitarios. Como novedad, se ha analizado por primera vez la estructura agraria y las características de sus titulares, observando un aumento del tamaño medio de las explotaciones.
A pesar de la buena predisposición de una gran parte de los indicadores, en este pormenorizado análisis también se encuentran algunos aspectos negativos como la dependencia de las importaciones de materias primas destinadas a alimentación animal, la masculinización y envejecimiento de la población agraria y, en lo que se refiere al uso del agua, el aumento del consumo y explotación, así como un deficiente estado de las masas de agua superficiales y subterráneas. En cuanto a la alimentación, también se observa un consumo de calorías y proteínas por encima de las recomendaciones de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria. No se han podido analizar indicadores sobre obesidad en la población ya que los datos oficiales se publican cada 5 años.
En este sentido, Bardají ha reconocido que uno de los principales problemas que enfrenta este informe es la “dificultad para disponer de algunos datos” ya que muchas series no se actualizan periódicamente o se hace en periodos demasiado amplios, lo que dificulta su comparativa. Por ello, añade: “La importancia de mejorar los datos es fundamental”.
De izda. a dcha. Andrés Escudero, Juan Sagarna, Ignacio Atance, Isabel Bardají y Celsa Peiteado
Nueva herramienta de análisis
La jornada ha contado con la presencia de Andrés Escudero, subdirector general de Análisis, Coordinación y Estadística en el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), que ha puesto el foco en la estadística oficial como principal fuente de datos sobre sostenibilidad en el sector agroalimentario. Unos datos que son “imprescindibles” para desarrollar políticas públicas, tal y como ha asegurado.
Con el objetivo de “monitorizar” y “sacar conclusiones” sobre el sector agroalimentario, Escudero ha avanzado una nueva herramienta de análisis que está en desarrollo. Se trata de RDSA, la Red Española de Datos sobre Sostenibilidad Agrícola, que sustituirá a la Red de Información Contable Agraria (RICA), para recoger nuevos datos medioambientales y sociales reduciendo la carga administrativa.
Por último, la sesión ha finalizado con una mesa de debate en la que han participado Isabel Bardají, Juan Sagarna, director del departamento de Sostenibilidad, Calidad e Innovación de Cooperativas Agro-alimentarias de España; y Celsa Peiteado, responsable del Programa de Alimentos en WWF España. En ella se han propuesto posibles mejoras y nuevas series de datos para próximas ediciones de este estudio “objetivo y analítico”.
El informe ha sido coordinado por Isabel Bardají y en él han participado otros investigadores de CEIGRAM: Irene Blanco, Paloma Esteve, Luis Lassaletta, Alberto Sanz, Bárbara Soriano y Miguel Alcantud.
La publicación está disponible para su descarga gratuita en PDF en este enlace.